Copyright 2012 Nivaria Ramirez
Publicado en el blog de la escritora: Mi rincón infinito
Empezaba a oscurecer, y mis manos se deslizaban por el frío y pesado muro de piedra. Las gotas iban cayendo delicadamente sobre mis dedos y mis lágrimas empezaban a brotar como una fuente inagotable. Me prometiste que vendrías a verme antes de irte lejos. Antes de desaparecer de mi vida e irte con esa que llamas mujer. No tenías ni idea de que esperaba un hijo tuyo…Y lo más que me dolía era la remota posibilidad de que algún día lo supieses. No supe cuidarte cuando me prometiste el cielo y bajarme las estrellas. Aún maldigo el momento en que me enamoré de tus ojos.
Respiro entrecortadamente y seco con cuidado la sal que se queda impregnada en mi piel. Te veo acercarte y no permitiría que me vieses llorar. Entonces te miro, estás tan perfecto como siempre. Pero parece que tu pelo mojado y travieso quiere un poco de mi.
-Hola. Aquí se acaba todo, ¿No?
-No…Aquí comienza el final de un principio. Ya sé que esto es todo una locura y que puede que me arrepienta mañana mismo pero hoy, estoy seguro.
-No entiendo nada…¿Acaso quieres hacerme llorar?
-No. Solamente quiero que compartas el resto de tu vida conmigo. Porque no sabría vivir lejos de tus besos. Tengo dos billetes y un anillo de boda.
-No te puedo creer…¿Y qué pasa con ella?
-Ella supo comprender que nadie me cuida como tú. Puede que algún día comprenda que nadie te amará como lo hago yo.
Publicado en el blog de la escritora: Mi rincón infinito
Empezaba a oscurecer, y mis manos se deslizaban por el frío y pesado muro de piedra. Las gotas iban cayendo delicadamente sobre mis dedos y mis lágrimas empezaban a brotar como una fuente inagotable. Me prometiste que vendrías a verme antes de irte lejos. Antes de desaparecer de mi vida e irte con esa que llamas mujer. No tenías ni idea de que esperaba un hijo tuyo…Y lo más que me dolía era la remota posibilidad de que algún día lo supieses. No supe cuidarte cuando me prometiste el cielo y bajarme las estrellas. Aún maldigo el momento en que me enamoré de tus ojos.
Respiro entrecortadamente y seco con cuidado la sal que se queda impregnada en mi piel. Te veo acercarte y no permitiría que me vieses llorar. Entonces te miro, estás tan perfecto como siempre. Pero parece que tu pelo mojado y travieso quiere un poco de mi.
-Hola. Aquí se acaba todo, ¿No?
-No…Aquí comienza el final de un principio. Ya sé que esto es todo una locura y que puede que me arrepienta mañana mismo pero hoy, estoy seguro.
-No entiendo nada…¿Acaso quieres hacerme llorar?
-No. Solamente quiero que compartas el resto de tu vida conmigo. Porque no sabría vivir lejos de tus besos. Tengo dos billetes y un anillo de boda.
-No te puedo creer…¿Y qué pasa con ella?
-Ella supo comprender que nadie me cuida como tú. Puede que algún día comprenda que nadie te amará como lo hago yo.
Entonces, solté el paragüas, en un intento de salir corriendo a tus brazos. Fue el beso más mágico que recuerdo desde entonces.
---
Envíado por
Enlace relacionado: San Valentín en Café Literario
No hay comentarios:
Publicar un comentario